El mercado financiero argentino experimenta una coyuntura de contrastes. Por un lado, los índices bursátiles y los ADR argentinos en Wall Street exhiben una recuperación sostenida, impulsada por un clima externo favorable. Por otro lado, los bonos soberanos en dólares han retrocedido un 0,7% en promedio, y el riesgo país ha superado nuevamente la barrera de los 1.000 puntos básicos. Esta situación refleja la persistente tensión en torno al proceso electoral y la capacidad del Gobierno de Javier Milei para continuar acumulando reservas.
El repunte inicial generado por el anuncio de un respaldo extraordinario de Estados Unidos, comparable a un acuerdo extendido con el FMI, ha dado paso en las últimas dos jornadas a una toma de ganancias. Los analistas explican que el mercado aguarda definiciones más claras sobre la magnitud de las compras de dólares por parte del Tesoro, tras agotarse en apenas 48 horas el cupo de USD 7.000 millones de exportaciones con retenciones cero.
El análisis de la City
Nicolás Cappella, analista de IEB, describió la jornada como una “rueda de correcciones” y detalló que la caída de los bonos es multifactorial: “La toma de ganancias tras la suba inicial, un contexto internacional adverso, el descontento del sector agropecuario, la impaciencia sobre la acumulación de dólares por parte del Tesoro y la demanda de cobertura cambiaria anticipando una suba del tipo de cambio”.
Desde Max Capital confirmaron que el Tesoro adquirió USD 85 millones el martes, evidenciado en el aumento de depósitos en dólares y la correspondiente reducción en pesos. “Dado que los exportadores alcanzaron el tope de USD 7.000 millones por la eliminación temporal de retenciones, ahora disponen hasta el lunes para liquidar el 90% de lo declarado. El Tesoro probablemente aprovechará esta ventana para seguir acumulando reservas”, advirtieron.
El S&P Merval, en tanto, ascendía un 1% hacia los 1.780.000 puntos, siguiendo la tendencia de Wall Street, que opera con ganancias leves tras varias jornadas en baja.
El rol de Estados Unidos
Para los operadores, el anuncio del secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha significado un cambio sustancial. “El apoyo decisivo de EE.UU. estabilizó las condiciones y reposiciona a la Argentina como un país ‘sistémicamente importante’. Tras el rebote inicial, el mercado se enfocará en la implementación de este apoyo”, planteó un informe de Adcap Grupo Financiero.
El respaldo de Washington —ya sea mediante la compra de deuda, líneas de crédito o swap de divisas— fue interpretado como una señal geopolítica y financiera que refuerza el margen de maniobra del Gobierno libertario. En la práctica, Argentina cuenta con un blindaje que le otorga un respiro en un momento clave. Sin embargo, los operadores ejercen presión para conocer los detalles finos de la estrategia.
El campo y la velocidad del cupo
El cupo de USD 7.000 millones de exportaciones agrícolas con retenciones cero, establecido hasta el 31 de octubre, se agotó en apenas tres días hábiles. El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) remarcó que la magnitud del beneficio equivalía a una devaluación del 35% en el caso de la soja. Y explicó que la liquidación acelerada respondió al temor de que una oferta tan concentrada presionara los precios, además de la urgencia de asegurar líneas de crédito.
La celeridad con que se consumió el cupo refleja tanto la necesidad de divisas como las tensiones entre el Gobierno y el complejo agroexportador, el cual busca maximizar beneficios en un contexto de cambios bruscos.
Expectativas hacia octubre
Los analistas coinciden en que la evolución de los activos argentinos dependerá, en gran parte, de la señal política que arrojen las elecciones legislativas del 26 de octubre. El oficialismo necesita consolidar respaldo parlamentario para sostener su programa económico, mientras que los mercados evalúan el riesgo de un retroceso en las reformas si el resultado electoral no es favorable.
El Gobierno de Milei cuenta con un respaldo internacional que ningún otro presidente argentino ha tenido en décadas recientes. No obstante, enfrenta un mercado local que ejerce presión, un sector agropecuario que no oculta su malestar y una oposición kirchnerista que apuesta al desgaste..